martes, 16 de noviembre de 2010

la música me guía, la música me guía. Se repite, se repite. Imaginarme otro escenario, otras tramas. ¿Será posible? Desde hace años encerrado en la misma dinámica. Mismas palabras que solo se transfiguran. Y todo se vuelve lento. Naranja. Nada veloz. Odio la lentitud y la permanencia. La luz se extingue. No energía. Las puertas se cierran. Una guitarra. Una flauta. ¿Es folclórico? No lo creo, solo es una razón comercial. Para vender o para sobrevivir quizá. El pan de cada día, dicho como un comercial televisivo. Comezón- quizá por la cercanía con los demás que me incomoda. Salir en la mañana y recibir el sol. Salir firmemente. No detenerme. Asumir una postura arrogante. No detenerme. No me importa la persona a mi derecha. Solo caminar y no mirar. No detenerme. El instinto: mi fe. Me hace girar, girar de forma equivocada, pero con razón. Mis palabras no me entienden. No hay nada de bueno ahí, entonces. Ella lo dijo y yo lo sentí. Un reflejo más. Inequívoco.

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