jueves, 11 de noviembre de 2010

empezar de nuevo. A lo lejos te veo llegar, en tu manera. Fue algo increíble. Algo impredecible que me agradó tanto. Entonces, recuerdo la primera vez que te vi. Antisocial. Quiero recordar si te dirigí la palabra aquél día. No creo haberlo hecho. Una distancia tan marcada. En mi una marcada distancia definitivamente también. Sin embargo, los dos en el mismo espacio estábamos. Algo me llevó a otro paisaje totalmente distinto a lo que hubiera pensando, antes. Sin embargo, siempre sentí como latía mi corazón hacia ti. Lo logré, no lo logré. Desde aquél día surgió una inevitable atracción, y al mismo tiempo distanciamiento, hacia ti. Peligro latente desde aquél momento. Causabas malestar y asombro. Resplandecías ante todos, todos. Nadie se quedó en mi mente de maneta tan aprisionada como tú. Llorar por la imposibilidad del todo y la nada- jugar con los polos todo el tiempo. Desde aquel momento un glaciar se quebrantó. ¿No lo sentiste? En aquella mañana. Mediodía, en realidad. Cuando justamente, y en aquél preciso momento, tuvimos una pequeña pausa en la que te aprecié tanto, tanto te vislumbre, totalmente. Había sol. Audífonos. Playera. Pantalón de mezclilla. Música. Eso quiero recordar.

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