lunes, 15 de noviembre de 2010

esta tarde salí de mi casa a dar un paseo agradable. Muy agradable, incluso puedo declararlo. Deseo relatar como sucedió y sin embargo no poseo las palabras para realizarlo. Un vestido hermoso oscuro. Una camisa blanca. Rayas negras. Un sweater azul que traslada su ternura. Muy agradable. Aunque es simplemente el momento y la atmósfera. No hay nada más. Absolutamente nada más. Una plática agradable que nos conduce irremediablemente a la nada, porque de ahí no hay nada más asible. Es la misma historia que se ha repetido desde que tengo memoria. Nunca la misma historia. Intentamos sobrevivir todos los días. Estoy enamorado desde hace 7 años, desde el primer día que coloque un pie ahí. Jamás pensé intercambiar palabras. Después, un sentimiento compartir. Y finalmente, que sus labios compenetrasen con los míos. Puedo darle mil vueltas al mismo suceso. Una y otra vez. Semanas han pasado sin darme cuenta. Un mes hoy. Y el sentimiento crece y se apaga- sólo por momentos. Intento recordar cada momento y guardar todas las imágenes en mi alma y corazón. Una llamada esperar y al mismo punto llegar. El ser humano es idiota por la naturaleza e interpreta todo a su conveniencia, a lo más cómodo dentro de sí mismo: a los propios sueños del alma que se vuelven eternos. Y lo eterno se vuelve mortal y las cenizas vuelan y vuelan en el CIELO. Todo el TIEMPO volando en el CIELO. ¿Crees poder volar conmigo? ¿Por qué no volar juntos? Todo esto ocurre desde la nada y es justamente lo que le da sentido. Quizá es el único destino.

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