El día finalmente ha llegado y las ganas no resisten.
Finalmente tendrá la oportunidad de presentarse al público y hacer lo que más
le apasiona: tocar la guitarra y cantar sus canciones favoritas. El día está
apartado y practica toda la mañana y tarde, aun cuando tiene miedo de perder la
voz para la noche. Los ensayos son perfectos y en su cabeza lo tiene planeado
todo perfectamente. Nada puede salir mal esta noche. Es hora de divertirse,
hora de mostrarle al mundo de lo que está hecho y por lo cual se sostiene en
pie hoy en día. Al llegar al punto de reunión todo pinta perfecto. Maneja a
velocidad óptima y en tan solo 30 minutos atraviesa una parte de la ciudad para
llegar al departamento. Será la primera sesión de sala, algo que había esperado
desde hace tiempo. Será una noche grandiosa en la cual hará participar a todos.
Jugará con su público y ni siquiera harán faltan las percusiones. Sus pies serán
sus percusiones como lo hizo su amigo Ber.Ede. en un íntimo concierto para sus
amigos y desconocidos en un bar vienés. Fue fascinante y quisiera poder
lograrlo también. Por eso decide llevar su reflector para apagar las luces y
que su gig sea lo más acogedor posible y la música pueda despertar un interés,
un recuerdo especial. En el día invita a todos los amigos posibles, les cuenta
que tocará de nuevo. Cuando la puerta del elevador se abre su amigo ya lo
espera con la puerta abierta del departamento. Ella tenía razón: es un departamento
pequeño. Con tres vistazos mide las dimensiones del cuarto, las personas
presentes y el lugar ideal en donde tiempo después acomodará sus instrumentos,
sus letras y su luz… su escenario. Jamás ha tocado en público canciones
compuestas por sí mismo. En repetidas ocasiones estuvieron en su setlist varios
títulos de sus composiciones, pero jamás se atrevió a compartirlas. Esta noche
lo hará. Bien sea una canción, bien sean las tres que tiene programadas, esta
noche será su debut dentro de su mundo de ilusiones. Es una guitarra negra
Ibanez, que le recuerda su primera guitarra que tuvo. Su amigo tiene una caja
de efectos sensacional. Cada vez crece la emoción y la euforia al probar los
instrumentos y la posibilidad de sonidos que pueda emitir de un momento a otro.
Será un éxito, sin duda. Se repite a cada paso que da dentro de la habitación. Conoce
entonces a las demás personas y resultan conversaciones muy interesantes. Qué
es lo que hace uno, que es lo que hará otro, que es lo que dejarán de hacer. El
tiempo pasa. El escenario está listo. Un último vistazo a la lista de canciones
que tocará. Hace anotaciones en las letras e incluso escribe en algunas de
ellas los acordes que deberá tocar para que ningún imprevisto surja. Los
efectos ya están seleccionados. Listo, todo está en orden. La mayoría sale a
comer minutos antes, por lo que al terminar de alistar todo le queda un poco de
tiempo de sobra para socializar un poco más con los que no salieron. Ríe con
ellos y hay una empatía maravillosa. Eso reafirma que pasará un tiempo maravilloso
al empezar su acto. Regresan los demás. Es hora. Su amigo conecta los últimos
cables que faltaban. Prueba la guitarra. Prueba el micrófono. Toca un par de
acordes para empezar a llamar la atención. Qué empiece todo. Entonces, le pide
a ella que apague la luz para que pueda iniciar. Expectación de todos, emoción.
Todos saben que su presentación será genial. Empieza a tocar los primeros
acordes de la primera canción con la vista hacia…