jueves, 18 de noviembre de 2010

desde aquél día me lo propuse. No caer en lo cotidiano, en las frases de ayer y hoy. Simplemente ya no me siento a gusto dentro de una narración lineal. Y esto no es nada. Podemos preguntarnos todo el tiempo hacia donde vamos con esto y lo cierto es que nunca hallamos respuesta. Ni siquiera hallamos otra pregunta. Lo he dicho una y otra vez dentro de mí, adentro. Lo cierto es que detesto lo bellamente adornado, lo común. Para mí esto es un dialogo. Tomemos un café acompañado de un pay de manzana. Solamente eso y nada más. Y recuerdo que me daba alegría decir el lugar de mi procedencia desde lo extranjero. Solamente en la distancia. Nunca desde aquí. Construir una historia donde hay un principio y un fin- no lo creo, no lo siento, no me interesa. Y justamente ayer pensaba en comenzar una historia de tres capítulos, cuatro personajes y tres epílogos. Pongamos de nuevo una perspectiva acertada: el mundo se mueve en caos, ¿cierto?; una pareja vive dos, ó 20, años juntos y lo congruente es que se maten juntos o se separen en su soledad, ¿cierto?. Lo mejor que has podido hacer es separarte de mi, el débil lo piensa y no lo dice. Su debilidad es el no encarar la mirada del gato muerto; es decir, su propia mirada. Y la vida es una imposibilidad, ¿cierto?
Interrupción drástica provocada por un paisaje lleno de estrellas y mariposas de la noche que bailan con ternura entre los árboles y se alzan, se alzan al cielo. Una sonrisa veo en la luna, porque la luna soy y nací en la luna. Bella noche. ¡Oh, que bella noche!

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