martes, 10 de junio de 2014

La escena que ayer quería relatar es la siguiente:


Mientras estoy concentrado en la biblioteca tratando de entender la semiosis en las letras y la música me doy cuenta que hay un anciano que con gran concentración está pintando a un estudiante que se encuentra al otro extremo. Quizá lo conocen también a este personaje de la biblioteca central. El tipo utiliza una gorra que oculta su rostro y parece ser un hippie extranjero. Me intriga de sobremanera como el anciano de manera tan cínica crea retratos de personas sin pedir siquiera su permiso. Es un maestro el tipo, ya que realmente dibuja bien. La textura, el ruido que hace al pintar a su “modelo” hace que la piel se me enchine. En cierta forma incluso hay algo exótico, erótico ahí.  Hacer bosquejos, trazar líneas, crear algo. Desearía sentarme en una cafetería y empezar a escribir historias de las personas alrededor. Ah, en realidad ya lo hecho. Sin su permiso. ¿Cuántas personas escriben día a día sobre nosotros sin pedir nuestro permiso? Sexy,  ¿cierto? 

No hay comentarios:

Publicar un comentario