domingo, 8 de junio de 2014

Guitarras.

Hasta el momento solo he tenido cuatro guitarras en mi vida. Dos guitarras acústicas, dos guitarras eléctricas. 3 de ellas golpeadas repetidamente contra la pared. Una de ellas, la primera que tuve,  una acústica, totalmente rota y hoy en día yace en un patio interior de mi casa como reliquia de los años de secundaria.  Las otras dos guitarras eléctricas siguen con vida, pero gravemente golpeadas, pero aun así, una de ellas suena bastante bien. La última guitarra que me compré está en perfecto estado, aunque aun así no es la guitarra acústica ideal- demasiado ancho el traste, ¿pero que esperas obtener con un pequeño, muy pequeño, bonche de billetes? Nunca he sido tan apegado como para ponerle un nombre a cada una de ellas, una adoptada, o raptada- dependiendo de la perspectiva. Quizá a fin de cuentas solo fue un “intercambio”, pero la considero una parte indispensable de mi vida y al parecer seguirá un par de años conmigo, aún cuando su columna cada vez se quebraja más por aquellos golpes contra la pared hace un par de años atrás.  

Con todas ellas he compuesto un par de canciones que prácticamente nunca han pasado de pequeñas sesiones con amigos y múltiples grabaciones para mí mismo. Con ellas he tocado infinidad de covers, desde Nirvana, Oasis,  The Cure hasta The Kills, Sonic Youth y otros de mis grupos predilectos. Con casi todas ellas toqué alguna vez con buenos amigos en fiestas o algún pequeño evento de música cerca de mi casa. Nada trascendental para el mundo más que para mi propio interior.  No soy el mejor guitarrista, todo lo contrario, pero aun así trato al menos una vez por semana no perder la oportunidad de tocar un acorde. Desearía ponerle todo  mi empeño algún día. Este día me la pasé tocando canciones de Noel Gallagher´s Higy Flying Birds. Demasiada distorsión, pero en algún momento sonó simplemente genial.

A veces simplemente empiezo a tocar un par de notas que inexplicablemente me llevan a crear una sintonía perfecta a mis oídos, solo a los míos. Como inicia, como termina, al final nunca lo sé. Todavía no sé qué es lo que busco con la música, con mis guitarras, con mis notas, mis palabras, mis composiciones fallidas.  Lo único que sé es que no debo parar, sea el sonido, ruido o melodía que termine de tocar al final de la tarde. Por lo pronto, no creo sabio aconsejar que alguien se mude a vivir conmigo.

La misma fascinación que me produce entrar a una librería para admirar los cientos de libros que nunca compraré, me produce también estar un par de momentos en una tienda de guitarras con precios exorbitantes.

El sueño sigue y cada día se crean más guitarras.

No hay comentarios:

Publicar un comentario