Como tres líneas paralelas que se
forman dentro de mi cabeza. Como la melancolía más intensa que me ensordece por
completo. Como la angustia por despertar para seguir preguntándome lo que ni
siquiera puedo contestarme en sueños. Sonidos atmosféricos que intenten llenar
el vacío por el cual no puedo conciliar el sueño. Una vez más, otra noche más.
Si tan sólo pudiera parar el latido fuerte que me impide respirar
libremente. Pensar en una sonrisa
plástica me distrae un par de segundos, después vuelvo a lo mismo. La misma
sensación y el mismo pensamiento. Tres líneas, tres punzadas como heridas recién
abiertas. No nos encontramos aunque estamos en la misma noche una calle más
abajo separados de nosotros. No queremos encontrarnos. Tres pasos en falso,
tres pasos a lo cierto-incierto. Divisar una sonrisa cínica que deja más preguntas
que respuestas.
Hoy me reuní con un amigo que
tenía años sin ver. Años, y al decirlo no parece ser una exageración. Ni siquiera podíamos recordar con precisión
cuando fue la última vez que nos vimos. Intentamos recoger fragmentos de
nuestras vidas presentes que nos otorguen un suspiro alentador a ambos. Por
momentos lo logramos. Pero también por momentos nos dejamos caer en la
melancolía acostumbrada por la cual nos hicimos amigos. Retomamos las viejas
pláticas que una y otra vez nos hicieron felices, nos hicieron interesarnos el
uno al otro. De buenas lecturas, de paisajes bellos ante situaciones humanas
miserables. Del amor y las relaciones humanas. A esto último siempre le dedicamos un
gran intervalo. Su mirada triste me
penetra con cada frase poética que pronuncia. Es un gran tipo, siempre lo he
pensado. Pero está totalmente jodido, como yo.
Poco a poco vamos dejando las calles mojadas por el gran diluvio. La
humedad se convierte en una tarde con sol.
No hay comentarios:
Publicar un comentario