martes, 5 de junio de 2012


las figuras no importan más. Los adornos, el embellecer la acción. Las imágenes y los colores brillantes. La exageración de lo bello. Eso no importa más. Importa describir la textura, la acción, el momento, lo real. Lo que para uno es real. Describir la suavidad de las manos. O lo áspero. Por ejemplo, el hecho de darle significado a una pequeña pintura que de la nada aparece en una bella uña pintada. Distintas tonalidades. Verde oscuro, claro e incluso amarillo. De repente, en medio una figura negra: objeto ideal para designarle un significado. ¿Podrán ser dos sujetos abrazándose? ¿Una pareja feliz? O quizá es solo un ser solitario. Quizá simplemente es la sombra de un anuncio. En realidad no importa. ¿Es posible? Apegarse uno a lo más real y alejarse de cualquier tipo de metáfora. ¿Es posible?

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