domingo, 24 de junio de 2012


los ecos, un fade out y otro fade in que se encuentren inexplicablemente. Me llama tanto la atención los ecos, cualquier variedad de ecos que puedan existir. Me obsesionan, incluso puedo decirlo. De ahí que muchas veces cuando hago música, cuando hago remixes sobresaturo la escena de ecos. Las palabras se confunden unas con las otras. Los sonidos se pierden totalmente. La sinfonía es absorbida. Las frases son ecos a fin de cuentas también. Un eco que llega desde tiempos atrás. Décadas... siglos incluso. ¿Y qué de eso que tu vida sea más que un eco? Al final de cuentas, posiblemente, una gran variedad de ecos  hace de mi propia imagen en un espejo un reflejo totalmente borroso. Un reflejo totalmente borroso que ya no es posible limpiar más. En aquel espejo ya no me reconozco más, porque es la imagen de mil imágenes más anteriores que ya no guardan relación una con la otra. Jamás. Beats rápidos siempre con un delay en el fondo... reverb y el sonido se agudiza. "And I'll cross oceans, like never before, so you can feel the way I feel it too. And I'll mirror images back at you, so you can see the way I feel it too…" y eso retumba en cada parte del corazón. Con las luces encendidas lo haría mejor, dice ella. Los ecos con las luces apagadas llegarían más violentamente, eso sin duda. Ecos de una voz delicada de una mujer podrían traerme tranquilidad, ecos de una voz grave en un hombre podrían llevarme a una introspección peligrosa.

Generalmente los ecos se encuentran en un fondo azul, en un palpitar azul hacia un estado más oscuro. Interno-externo. En la música electrónica, en el indie-electrónico, en lo alternativo, en lo post-punk, en... reverb.

 
 
La repetición como un eco, eco vacío, eco saturado.


La sensación de los ecos enloquece como la misma conciencia de las dualidades. Lo que no creíamos ver, sentir, oír, saborear... y de un momento llega a través de aquél eco de la nada. Totalmente impredecible. " I am yours now, so now I don't ever have to leave.  I've been found out, So now I'll never explore…" Una explosión genera ecos externos, una implosión generará mil ecos internos y una fragmentación hasta desaparecer por completo.



En los ecos encontramos las respuestas a las que tanto nos aferramos, pero jamás confrontamos. Los recuerdos son los ecos más determinantes, los que uno desea siempre...

Y ahí algunas frases del grupo inglés The XX que han creado música hermosa a partir de la inocencia más vehemente necesaria para la creación. Amor - Gab X

lunes, 18 de junio de 2012

una niña y su padre se encuentran comiendo hamburguesas de McDonald’s después de realizar sus compras de la quincena. La niña quizá curse el kínder o cursa los primeros años de la primaria, 6 años ó 7 años, piensa. El padre quizá tiene 50, 60 años, reflexiona. Quizá ni siquiera sea el padre, quizá es el abuelo de ella. Como sea la cercanía entre ambos sujetos sensibiliza al joven que los observa desde una banca atrás, donde se encuentra haciendo bosquejos para sus estudios en urbanismo. La niña tiene los ojos bien abiertos y el señor la alienta a que sonría más y más. Entonces el sujeto se levanta de la banca donde comía con la niña y se dirige de nuevo a la caja de McDonald’s. La niña se queda comiendo sola mientras el padre le va comprar un vaso coleccionable. Basura, piensa el estudiante, ni siquiera el diseño del vaso es sensacional, basura a final de cuentas. Pero quizá a la niña le produzca placer aquél vaso; a final de cuentas, piensa el joven, ella vive en una sociedad materializada desde los primeros años del razonamiento de los citadinos. Sin embargo, todavía le causa más conmoción que la niña se quede sola unos momentos. En estos tiempos cualquier persona podría secuestrar a niños y torturarlos. En este tiempo ya no hay ni un sesgo de humanidad. Todo podría suceder ya y eso desde décadas, desde décadas ya. Finalmente terminan de comer y ambos se marchan. La luz que transmite la niña se pierde entre el gran ruido de las maquinas, de las voceras de compras, del choque de los carritos de supermercado, de las escaleras eléctricas e incluso de la vibración en la luz de las lámparas que cuelgan del techo. Todo se escucha, menos algo meramente humano... meramente. El joven no termina el bosquejo y lo tira a la basura.

domingo, 17 de junio de 2012


autobús de media noche, el cual al llegar a su destino final se encontraba totalmente lleno de sujetos y objetos, pero al mismo tiempo, estaba totalmente vacío de esperanzas e ideas. Cada sujeto ensimismado. Los pasajeros jamás voltean verse los unos a los otros. Ni siquiera leen el período o un libro, solamente tienen una mirada perdida hacia el vacío. Ellos no dejan entrever más que una realidad de la ciudad, del país en que viven. En aquella misma noche, un joven iba concentrado en una llamada telefónica. Al mismo tiempo él sostenía una gran caja estorbosa entre su cuerpo. No le dejaba más movimiento entre su asiento y el espacio que ocupaba la gran caja. Al parecer podría ser un teclado, o podría ser un gran juego para sus familiares o bien podría ser una caja que contiene otras cajas más pequeñas adentro... al final solo era una caja estorbosa. Una caja que quitaba espacio y cualquier margen de movimiento;  y sin embargo, el iba tan feliz platicando con su teléfono que brillaba entre la oscuridad, entre aquel silencio de los pasajeros, entre el gran hastío de la ciudad. El autobús hace una parada en un lugar conocido. Hay una gran primaria, hay un centro cultural atrás, más adelante está una iglesia y el gran espíritu sagrado. Aquél lugar que podría ofrecer paz y harmonía a distintos ciudadanos. Muchos pasajeros bajan ahí e inesperadamente se produce un gran agite. Un escuincle brinca rápidamente del autobús y sale corriendo como rayo. Los pasajeros salen momentáneamente de su abstracción y voltean a ver al joven que ya se ha perdido en la oscuridad y lleva consigo un objeto luminoso, su motín. Unos lo ven como un niño desesperado, un niño lleno de miedo que quizá ya tiene la comida para su  madre moribunda, “buen chico que hace lo impensable en condiciones excepcionales” piensan.  Muchos ven en el joven escapante a un salvaje con una gran sonrisa en sus ojos, una mirada picara; un mocoso sin escrúpulos de una familia acomodada que quizá ya tiene un atractivo más para conquistar a una chica linda y con gran repugnancia se dicen a sí mismos: “¡hijo de puta!”. Otros simplemente se ríen y piensan: "bien por él, suertudo". El autobús sigue su camino rutinario. No ha pasado nada, otra noche larga piensa el autobús; pero ya casi termina el fin del recorrido sin por mayores de nuevo. Ahora los demás pasajeros voltean a ver al otro personaje del incidente. ¡Se trataba del joven que hacía una llamada, sentado e imposibilitado de movimiento con la gran caja estorbosa! Ahora el drama está finalizado y todo se entiende perfectamente. ¡El joven ni siquiera pudo terminar su llamada! Ni siquiera un "te amo", "descansa", "cuelga tu primero" o simplemente un "no olvides no llevar tantas cosas en la mano que es peligroso hoy en día". Nada, en vez de eso simplemente empieza a decir muchas frases ininteligibles, lo cual es todavía más interesante para todos los pasajeros que observan con gran atención el comportamiento del desafortunado. El joven grita groserías y quisiera hacer más que gritar groserías… quizá golpear el asiento, algo más... pero la gran caja estorbosa le impide hacer cualquier cosa. Está totalmente inmovilizado de pies a hombros. Solo le queda su lenguaje, su tono de voz para expresarlo y movimientos torpes con su cabeza. El recurrido sigue su curso. Poco a poco los pasajeros regresan a su abstracción. Ya no es tan interesante observar al joven conjurando groserías, que cada vez tienen menor creatividad y se vuelven repetitivas. Cada vez es menor la acentuación y la tonalidad del joven desafortunado de la caja estorbosa. El soliloquio se vuelve monótono y los movimientos torpes de su  cabeza cada vez son más lentos. Cada vez se mueve más lentamente, cada vez se calla más y solo se queda mirando la ventana... hacia la nada. Sin mover siquiera ya la frente. Como si ya no tuviera más que pensar ni que decir.

sábado, 16 de junio de 2012


las gotas de lluvia te despiertan. Lentamente se mezclan con tus sentimientos que poco a poco afloran dentro de ti y definitivamente detonan en recuerdos y sensaciones siempre cubiertas de circunstancias por maldecir. Porque los hechos no hay que negarlos, ni justificarlos, ni dramatizarlos. "Las frases perdurarán" dijo él. Pones un disco que pueda acompañarte con este despertar. Beats que estallan, que te hacen brincar y las voces se vuelven cada vez más ruidosas acompañadas de una guitarra distorsionada muy a los 80´s... y aquella furia, de nuevo, y te sientes vivo, nuevamente. "No tienes porqué lamentarte, a final de cuentas fue la vivencia y no la pesadilla" él te lo dice con tanta severidad y sabes que no lo puedes negar. Cuantas sonrisas, cuantas risas, cuantos miradas, cuantos besos interrumpidos. Sabes que hacer una lista como itinerario no hace gran diferencia. Desearías volver el tiempo, desearías reestructurar los episodios."Una pérdida de tiempo, sé feliz ahora, las experiencias nadie te las quitará" él lo supone y lo dice con tanta seguridad, pero tu desearías siempre más. Una segunda historia añoras, y la añoranza te aleja cada vez más de llegar a lo que pretendías, y la pretensión lo era todo. El disco va a la mitad y no te has inspirado todavía. Menos has encontrado las respuestas que buscabas al despertar y encender la luz. El sonido melancólico, el tono agudo, la ensoñación, la esperanza. Sonríes y ya no es necesario dejar prendida la luz. Ha amanecido.

martes, 5 de junio de 2012


las figuras no importan más. Los adornos, el embellecer la acción. Las imágenes y los colores brillantes. La exageración de lo bello. Eso no importa más. Importa describir la textura, la acción, el momento, lo real. Lo que para uno es real. Describir la suavidad de las manos. O lo áspero. Por ejemplo, el hecho de darle significado a una pequeña pintura que de la nada aparece en una bella uña pintada. Distintas tonalidades. Verde oscuro, claro e incluso amarillo. De repente, en medio una figura negra: objeto ideal para designarle un significado. ¿Podrán ser dos sujetos abrazándose? ¿Una pareja feliz? O quizá es solo un ser solitario. Quizá simplemente es la sombra de un anuncio. En realidad no importa. ¿Es posible? Apegarse uno a lo más real y alejarse de cualquier tipo de metáfora. ¿Es posible?

lunes, 4 de junio de 2012


una pequeña conversación guiada entre miradas. Te escucho. Me escuchas. Eso de antemano se sabe. Sin embargo, más allá no existe nada. A final de cuentas quedan suposiciones entre ambos. Es a lo único que se pueden abstraer, asirse. Más no habrá. Ella sigue escribiendo en su computadora. Mirada indiferente. Seriedad absoluta. Por momentos sus manos se las lleva a su boca, a veces simplemente descansan en sus pómulos. Su mirada fija en la computadora. Él está cautivado por ella, pero indeciso para actuar. Ella espera a su pareja. Imposibilidad absoluta, piensa. Él entonces mira fijamente a su café y su nombre escrito con una sonrisa. El sitio es cautivador para él, pero ciertamente no por su bebida. Quizá sólo por los símbolos del lugar. El buscar algo y jamás encontrarlo. O mejor, encontrarlo y al mismo tiempo traicionarse para continuar con el encanto. En eso diluye su pensamiento al observar su café, las servilletas y cualquier otra cosa que lo aleje de ELLA. Nuevo ser. Nueva partida. En un cuarto lleno de personas, ella lo cautiva desde el primer momento. ¿Por qué es así? Su mirada, su piel, su atención, su cabello, su actitud. Todo al final de cuentas le parece atractivo. Todo lo que le hace olvidarse de sí mismo. Un cuarto lleno de gente, en el cual cada persona lleva un celular. Todos encadenados a él. Podrían simplemente mirar los ojos de otras personas, platicar libremente, él cree. Descubrir una nueva faceta de sí mismos. Podrían. Sin embargo la información está ahí y prácticamente es imposible separarse de aquel aparato sorprendente, en el cual la gente es descrita, admirada y abandonada. Uno ya no se separa de ello. Ahí la conexión, porque lo real es la conexión. Una conexión abstracta, piensa ÉL. Uno enferma cada día sin cesar, empieza a conversar con un señor a su lado. En algún punto, en algún punto nos dejamos ir. Uno necesita del arte. Uno necesita del arte para sentirse a salvo, continua. Si uno no tiene acceso al arte, simplemente se quiebra. Uno debe tener acceso al arte la mayor parte del tiempo, sino uno puede olvidar su humanidad. Aquello lo pronuncia sin quitar sus ojos de encima de un par de cuadros que están enfrente de él. Reflejos de la ciudad, reflejos de la naturaleza. Colores pardos. Uno necesita asirse a aquellas expresiones "de arte" y ser crítico, exalta. No desea involucrarse en una discusión de lo qué es arte, sino simplemente sensibilizarse y transmitirlo a la persona que está a su lado. Nada más importa, se queda pensando. El señor no dice ninguna palabra. Solo toma sus cosas cuando EL termina de hablar y se marcha. Así de nuevo se concentra en ella que se aleja más y más. Uno necesita de la gente y al mismo tiempo uno necesita alejarse de ella continuamente. De lo contrario: la perdición, se dice a sí mismo. Intercambio de palabras, frases tan significativas como insignificantes. Reír por un cierto lapso de tiempo. Una cierta conexión mínima con la otra persona. Coincidir con un cierto tema y sorprenderse de ello. Dos extraños conversan espontáneamente al parecer. Todo aquello lo reconforta. Todavía dos personas pueden iniciar una conversación y que de la nada una carcajada se produzca. Ahora lo entiende. Ella le recuerda personas de su pasado. Puede ser. En un rostro uno puede encontrarse. Uno puede evocar sentimientos que alguna vez se produjeron. Quizá no es una cuestión más que de ego. Reconocerse en el rostro de alguien más. Por otro lado, uno realmente se enamora producto del misterio, de lo desconocido. Lo que uno no imaginaba, poder descubrir algo nuevo. Al final de cuentas, la vida nace de la curiosidad. Del siempre buscar algo nuevo. De igual modo, el coincidir. Iniciar una conversación en la que inesperadamente se llegue a un mismo punto y, por tanto, se unan las personas por un cierto tipo de humanidad. Eso lo que importa, ¿no es así? Lo reflexiona largamente y sonríe. El oír aquellas risas tiernas, llenas de una cierta inocencia, lo recupera todo. El volver a una cierta inocencia, lo recupera todo...



otra ocasión surge de la nada. Un encuentro inesperado. Fortuito. Una emoción que primeramente es indiferente, que parece tan indiferente. Que él había deseado verla durante tanto tiempo ya y justo este día hubieran coincidido, le causó tanta conmoción como imprevisto. Si llegáramos a reunirnos, sería de forma espontánea, él se decía. ¿Cuántas personas uno puede encontrarse frente a frente cada día de manera circunstancial? Millares... ¡y entonces precisamente ella aparece con mucha alegría y vida ante él! A su vez, ella se alegra por su presencia y entonces... él piensa de nuevo, no podría encontrarme en un lugar mejor que aquél. Una amiga espontánea, una amistad que pueda cambiar su vida por algunas semanas o quizá por mucho más tiempo. Eso nunca se sabe. Pero finalmente lo ha conseguido y puede llevar una conversación con ella. Desde tanto tiempo atrás lo había deseado con tanta vehemencia, porque ciertamente su amistad le da paz. Es bueno conocer personas como ella, se dice a sí mismo. Simplemente los buenos ratos son magníficos, inolvidables. Él sonríe. Al final recuerda la última imagen del día con gran añoranza: ella salta entre cuadros pequeños de piedra. Una lluvia que ha terminado, pero el ambiente es fresco y amigable. Atrás se alza el sol del atardecer. Ella sonríe. Ella deja entrever una sonrisa y aquella inocencia por la vida, porque ahora es el tiempo de que ella tome al mundo. Del mismo modo para él. Él desea tanto aprendeher el mundo y es justo el tiempo para hacerlo. Quizá mañana sea demasiado tarde. Ella revive sus sueños. Los sueños a los cuales él se atiene, los que él no debe olvidar. No debería olvidar nunca, no debería de olvidarse a sí mismo y desprenderse... Uno no puede vivir en una misma dinámica y dejarse perder, cuando uno menos se da cuenta ya ha pasado tres o más años, ella comenta; o quizá él así desea recordar aquellas palabras como si fueran exactas. Es cierto, completamente cierto, lo piensa. Hoy mismo llegaré a escribir una historia. Nada debería de importar más...